18 de julio, 2015

Progreso

Estamos acostumbrados a entender muchas cosas por su significado más elemental. Esa explicación sencilla y literal con la que un diccionario de bolsillo define algunas palabras; palabras que, sin embargo, envuelven un concepto tan amplio y complejo que a veces dirigen completa, pero inconscientemente, el día a día.

Progreso es avanzar.

Pero... Qué es avanzar? A veces, progresar implica quedarse quieto. A veces, progresar implica retroceder. Si usamos avanzar y progresar como conceptos simplemente intercambiables, estamos pensando de forma paradójica. El progreso es tan relativo como la felicidad o el bienestar individual.

Si pensamos en progresar de la misma forma que pensamos en avanzar, como acostumbramos, estamos pensando que aquella persona que aborda un camino -sea académico, laboral, espiritual, deportivo, etc.- debe inevitablemente avanzar sobre el mismo, con el fin de progresar. Estamos pensando que si alguien hoy está parado en el mismo lugar que ayer, no está progresando. Estamos pensando que mientras menos distante está, menos progresó en su camino. Esa perspectiva es totalmente válida. Es la perspectiva que solemos tomar cada día para analizar casi cualquier progreso.

Pero hoy tengo ganas de ver más allá de la idea de progreso/avance, progreso/cambio. De pensar que no todo cambio es progreso, ni todo progreso implica un cambio.

Hoy prefiero decir que aquella persona avanzó sobre un camino, comprendió lo que no comprendía antes, y entendió que no era su camino. Prefirió progresar en su descubrimiento personal. Que esa persona que hoy está parada en el mismo lugar que ayer, considera que moverse a cualquier lado afectará sus sentimientos, su estabilidad; y prefiere moverse mañana, o pasado. Esa persona eligió progresar en pos de su felicidad. Que él, que menos distante está, puede estarlo porque consideró mejor para su vida acercarse y no alejarse. Y progresó así su bienestar.

Hoy prefiero decir que esas personas progresaron como ninguna. Progresaron más que vos y yo. Porque tuvieron el valor de progresar por el camino del costado. Progresar más allá de los ojos que los vigilan. Progresar en sus convicciones. Progresar como personas libres e independientes.

Hoy prefiero pensar que no hay progreso más implacable, inequívoco y satisfactorio que el del desarrollo personal.